Con frecuencia estos dos conceptos se consideran sinónimos, pero si se busca su etimología se encuentra que su significado es diferente. Veamos por separado la etimología de cada uno de los dos conceptos.
Alumno
La palabra alumno viene del latín “alumnus”, que a su vez se deriva de “alumenus”, participio del verbo “alere”, el cual significa nutrir, alimentar, hacer crecer. En este sentido “alumno” significa, de forma literal, “el que es alimentado”. En la sociedad romana el alumno era el niño de pecho que debía ser amamantado. El participio pasado del verbo alo-alere es altus y cuyo significa “el que ha sido alimentado” (y por lo tanto al haber sido bien alimentado es alto de estatura).
De ahí pasó al sentido figurado del niño que era alimentado intelectualmente en la escuela. Su origen se encuentra en las escuelas romanas, donde los maestros enseñaban a los niños. Así pues, la designación de alumno tendría que reservarse a los estudiantes de Educación Inicial y de los primeros grados de Primaria.
De hecho, la expresión “alma mater”, con la que designa a la escuela y a la universidad, significa “madre nutricia”, la madre que alimenta. Se entiende que la escuela y la universidad engendran, alimentan, trasforman y hacen crecer al niño y joven por obra de la ciencia y del saber.
Este significado está relacionado con el del verbo educare, del que procede la palabra educación, que significa: nutrir, alimentar, hacer crecer, proporcionar cultura al niño que estudia… Así lo emplean Horacio (Epístolas 1,4 y 8) y Cicerón, dos autores clásicos latinos.
No es correcto afirmar que la palabra “alumno” procede de la unión de la a (privativa, negativa, que procede del griego y no del latín) y lumen (luz), significando “el que no tiene luz” (el ignorante).
Estudiante
La palabra estudiante procede del verbo “studeo-studere” y se puede traducir por esforzarse, dedicarse a…, etc. y mejor aún, “poner celo y esfuerzo en hacer algo”, “dedicarse con atención a las letras”. En consecuencia para los romanos, un estudiante era alguien que “se esforzaba para conseguir algo”; de ahí pasó al que se esforzaba por aprender algo.
Del verbo “studeo-studere” proviene el sustantivo “studium”, estudio. El verbo studeo no significa estudiar, en el sentido moderno del término, sino más bien, como hemos indicado, “realizar algo con afán y con ganas”, “dedicarse con atención (a hacer algo)”, etc. Como se puede observar el concepto estudiante se relaciona con “educere”, es decir, sacar algo del interior de uno mismo con dedicación, esfuerzo y trabajo.
La lengua griega no tiene el término estudiante, pues para ellos el estudio no era considerado como un oficio que requería esfuerzo; para los griegos la contemplación y el estudio para conseguir la sabiduría, era un placer, una dedicación placentera, no un trabajo. Los trabajos los hacían los esclavos. En la cultura clásica griega surgió en concepto del “ocio productivo”. El ideal del ciudadano griego era vivir libre e independiente y no realizar trabajos manuales; era invertir su tiempo en el cultivo del arte, la filosofía (la ciencia), la gimnasia y en el trato y plática con los amigos. El resto era tarea de esclavos. Para ellos la cultura no era una mercancía que se podía comprar y vender; el que la poseía debía repartirla generosamente a los demás.
El ideal de la educación griega era formar un ciudadano libre, responsable y culto; buscaba desarrollar la destreza corporal y la nobleza de espíritu. El concepto griego que lo expresaba es la “paideia”. El ideal del ciudadano griego era, según Platón, “poseer un espíritu cultivado en un cuerpo desarrollado”; se trataba de conseguir la kalokagathía (kalós kai agazós, la belleza y el bien).
Para desarrollar el cuerpo los ciudadanos griegos jóvenes, asistían al gimnasio, lugar donde eran instruidos en el deporte, las artes y las ciencias. En él se ejercitaban con esfuerzo y dedicación. No en vano los colegios de secundaria en Alemania y de otros países europeos se llaman gymnasium; lugar de trabajo y estudio.
Actualmente la palabra estudio se refiere a realizar acciones para aprender y su origen se encuentra en la Edad Media; santo Tomás de Aquino dice que el que estudia –“el estudiante”– es aquel que está dispuesto a esforzarse por encontrar la verdad y a hacer el sacrificio de llevar una vida ascética para conseguirlo. Desde entonces se empezó a llamar “estudiantes” a los monjes que se dedicaban a la búsqueda de Dios y de la verdad, llevando una vida ascética.
Con el tiempo el término estudiante se extendió a todo aquel que busca la verdad, con esfuerzo y con afán, en un área de conocimiento determinada.
Fuentes
- Cicerón, M. T. De finibus (4.72). The Packard Humanities Institute. PHI Latin Texts.
- Horacio, Q. Epistulae (1.4.8). The Packard Humanities Institute. PHI Latin Texts.
- Álvarez, J. (2014). Etimología de «estudiante» y «alumno». http://www.delcastellano.com/2014/04/12/etimologia-estudiante-alumno/