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Método del aprendizaje basado en la acción

  1. Aprender haciendo

    La metodología basada en la acción posibilita el desarrollo habilidades-destrezas por parte de los estudiantes. “Lo que tenemos que aprender a hacer, lo aprendemos haciéndolo”, decía Aristóteles. No se aprender a nadar o a tocar un instrumento musical más que echándose a la piscina o tocando el instrumento, siguiendo las indicaciones de un experto en la materia.

    Es algo evidente, por lo tanto el aprender haciendo, experimentando, etc. no es una moda y una novedad, es algo antiguo y que pervive en el tiempo.

    El pedagogo Edgar Dale lo expresa con el Cono de aprendizaje:

    El cono del aprendizaje de Edgar Dale

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    La pirámide de Dale explica cuáles son los métodos más efectivos en el aprendizaje. Según se ve en la pirámide, los métodos que implican pasividad por parte del estudiante son los menos efectivos en el aprendizaje y los que implican más la atención y acción del estudiante son los más efectivos.

  2. Los errores de la educación

    Roger Schank, un profesor universitario de EE.UU. impulsor del método “aprender haciendo”, se formula esta pregunta:

    ¿Cuántos estudiantes serían capaces de aprobar un examen del año anterior sin volver a estudiar su contenido?

    Este autor señala algunos errores frecuentes:

    • La creencia por parte de los profesores que los estudiantes tienen interés en aprender lo que los profesores quieren enseñarles.
    • La memorización de los contenidos como parte importante para aprender.
    • Evaluar el aprendizaje de los contenidos que el profesor considera importantes, que los estudiantes “sepan-recuerden”, en lugar de lo que los estudiantes “sepan hacer”.

    El autor Roger Schank afirma que si se trabaja de este modo, una vez terminada la escolarización:

    • La mayor parte de lo aprendido – excepto las cuatro operaciones, la lectura y escritura, etc. – los estudiantes no lo utilizan nunca más en la vida.
    • No saben qué quieren ser en la vida, ni el área o carrera que les gusta trabajar.
    • Cuando acceden al mercado laboral constatan que no saben hacer lo que les pide la profesión.
    • Si deciden continuar su formación universitaria constatan que no saben qué estudiar.

    Para evitar esto, Roger Schank propone realizar actividades – simulaciones — de aprendizaje en el aula lo más próximas a acciones de la vida real. La idea es preparar a los estudiantes para que aprendan a hacer lo que van a tener que hacer en la vida, tanto en la práctica profesional como en su propia vida.

    Esta idea se fundamenta en J. Dewey, autor experimental que indica que “lo importante es lo que haga el estudiante, más que lo que haga el profesor”. Dewey afirma que la actividad suscita el interés del estudiante y estimula su curiosidad, a la vez que le prepara para adquirir destrezas y habilidades que le serán muy útiles en su vida diaria de adulto.

    Las metodologías que se proponen son:

    • Elaborar actividades que permitan al estudiante desarrollar habilidades que se quiere que adquieran, siempre bajo la mediación del profesor.
    • Adjudicar al estudiante un rol dentro de la actividad de modo que se responsabilice al realizarla.
    • Fomentar en el estudiante actitudes como la iniciativa, la creatividad, la constancia, la disciplina, el compromiso, la colaboración, etc.
    • Proporcionar al estudiante la ayuda personal que necesite para potenciar sus fortalezas y corregir sus debilidades.
    • Desechar el aprendizaje basado en la memorización y repetición y realizar el aprendizaje basado en el razonamiento y la experimentación.
    • Tener en cuenta los intereses y necesidades de los estudiantes.

     

  3. Dificultades del profesor para aplicar el método

    Según R. Carballo cambiar las formas de enseñanza de un profesor es muy difícil, porque lo que uno ha visto tiende a reproducirlo, y lo que uno hace también. Pero en procesos de aprendizaje la costumbre o la repetición no es la mejor norma, especialmente para el que la realiza, porque produce aburrimiento y desgana en el profesor, y eso se acaba trasladando con facilidad al estudiante, que finalmente “reproduce” esa misma “insatisfacción” en sus actuaciones.

    Aprender haciendo no es nada nuevo; es como siempre se ha aprendido; es más, es como siempre se sigue aprendiendo de forma relativamente inconsciente: “hasta que lo hacemos, no lo sabemos realmente”, porque se cumple el aforismo pedagógico: “Sabemos lo que sabemos hacer y sabemos hacer lo que sabemos”… y muchas veces, tenemos que hacerlo varias veces, para realmente aprender lo que queremos saber.

    Cuando uno hace algo, por muy mal que lo haga, siente cierta satisfacción en el hacer, por haberlo conseguido, y eso se traslada al estado de ánimo del que lo hace. Por esta razón el método “aprender haciendo” sigue siendo el método más eficaz y más satisfactorio.

    Todo es de sentido común, pero cuando llegamos al mundo académico nos subimos en un pedestal, el pedestal del supuesto conocimiento y de la teoría, y desde allí miramos a unos seres que necesitan aprender, pero que han de sufrir lo que nosotros también sufrimos para aprender lo que sabemos.

    Todos hemos aprendido haciendo las cosas. ¡Cuántos aprendizajes iniciales atesorados por nuestra memoria! ¿Cómo aprendimos a columpiarnos en alguna plaza de juegos infantiles, cómo aprendimos a descifrar los primeros escritos cómo aprendimos a andar en bicicleta…? Lo aprendimos haciéndolo. Es cierto que en cada una de esas instancias evocadas seguramente estuvo algún maestro (mamá, papá, educadora, etc.), pero siempre aprendimos haciendo.

    Para el profesor la tarea consiste en generar espacios en la intervención pedagógica en el aula que efectivamente permitan un aprendizaje de calidad y que, a la vez, estimulen positivamente a nuestros educandos. La clave está en los ambientes de aprendizaje y el rol mediador del docente. Lo que resta, — lo principal –, lo harán nuestros estudiantes que, con su talento e imaginación, generarán productos en las más de las veces incluso superiores a lo que nosotros habíamos proyectado. No olvide: “educar es un acto de fe en la condición humana, pues la educación es una tarea humanizadora”.

    Esta opción está en línea con las formas más avanzadas de aprendizaje en el mundo. Generar espacios para aprender haciendo en grupo con el aprendizaje colaborativo, aprender a través de la acción-investigación, aprender a través de uno mismo y en formato casi de autogestión, aprender con otros, en grupo, etc. son aspectos hacia el que camina la sociedad y la enseñanza en general. Esos espacios pueden ser más ricos o más elementales, pero en todo caso: acción-investigación-grupo-competencias-intercambio-visión global y acción local- etc. son espacios complejos donde más tarde o más temprano nos iremos situando, aún sin darnos mucha cuenta.

Marino Latorre

Marino Latorre

Director de la Escuela de PostGrado de la Universidad Marcelino Champagnat. Licenciado en Ciencias con especialidad en Químicas por la Universidad de Valencia. Realizó sus estudios de doctorado en la Universidad de Alicante (España). Es Doctor en Educación, mención Psicopedagogía, por la Universidad Marcelino Champagnat de Lima.

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